Sufrir un accidente de tráfico quizás sea un hecho que nos ha podido ocurrir a todos en algún momento. Por accidentes de tráfico podemos entender tanto los daños producidos cuando se ven implicados dos o más vehículos así como cuando se producen por motivo de la circulación de un único vehículo; caso de los atropellos a peatones.
Poca gente conoce que en nuestra propia póliza de seguro existe una cláusula llamada de “defensa jurídica” cual permite que designemos el abogado que queramos y no permanecer al que nos hayan dirigido por ser éste el de la propia compañía. Pensemos que la relación entre abogado y cliente debe de ser siempre de confianza y en el primero de los casos, a veces no existe esa condición, más sabiendo que se trata del letrado de la propia compañía de seguros quien pudiera mirar más por el beneficio de esta última.
Para garantizar que la indemnización que nos corresponde es la más óptima se hace vital acudir a un profesional ajeno a cualquier interés que no sea el nuestro porque es el que discutirá férreamente todos los condicionantes más favorables para su derecho.
Lo mismo sucede cuando se complican las reclamaciones entre compañías bien porque nieguen la ocurrencia del siniestro, bien porque no nos reconozcan la totalidad de los daños y lesiones sufridas o porque incluso nieguen la cobertura del seguro. En muchas ocasiones las compañías, incluida la suya propia, pactan por detrás de los asegurados mediante los convenios que entre las mismas operan siendo eso perjudicial para el propio afectado, es decir usted. Para evitar estos y otros posibles abusos asesórese siempre bien consultándonos con total confianza.